martes, 20 de diciembre de 2011

Unas Navidades diferentes

Disfruto las últimas semanas con vosotros, antes de pasar por el nuevo puente, que ya, me está esperando.

Os miro cuando dormís, y sonrío.
Os miro cuando estáis despiertos, y creo en los milagros.
Os miro entre sonrisas (otras veces entre llantos) y verdaderamente CREO EN EL AMOR.

Apuro, apuro el tiempo igual que vosotros relaméis los últimos trazos de chocolate en vuestros dedos.

No sé si compartiremos el tiempo suficiente, es más, nunca hay tiempo suficiente, es por eso de la necesidad de estrujarlo contra nosotros y no dejarlo pasar como pasa el oxígeno a través de nuestras células.

Mis queridos niños...


A Elsa le siguen gustando los caballos. Adora cualquier forma animal y/o vegetal. A veces pienso que se comunica con ellos.

A Ramón, le gusta absorber cualquier energía que circula cerca de él. Dice que quiere aprender música, fútbol, bombero y camión de basura (está un poco complicado que en el colegio aprueben esas actividades extraescolares, aunque los niños, SABEN (no creen, sino SABEN) que todo es posible.

Seguiré escribiéndoos desde donde sea, mis queridos niños...

domingo, 11 de diciembre de 2011

Navidad

Odio la Navidad.
Siendo niña me gustaba.
Siendo adolescente aguantaba las fiestas por la ansiada llegada de noche vieja.
Y ahora, sobrevivo a ella por mis queridos niños, así que a ellos debo agradecerles que todo se haga más soportable.

No me considero, en este caso, ni anormal ni especial, porque sé que este sentimiento de frustración absoluta del cual nos emborrachan estos días, nos ataca a muchos.
Pediría que mi calendario anual tuviera 15 días menos, aunque sumados significasen unos años menos de vida, me daría igual, los cedo.

No diré que éste, será uno de los años más duros por los que hemos tenido que pasar, aunque reconozco que no será de los mejores.
Quedan dos semanas para el día de Navidad y ya está la casa llena de colores.

Dos pequeñajos se pasan el día cantando "feliz Navidad" y villancicos por todas las estancias, y yo, estoy sumida en un "reset" espacial, para intentar comenzar el nuevo año con poca memoria y más capacidad de almacenar lo que verdaderamente me vaya a servir.
Al final, queridos niños, de eso se trata, de vivir siempre con las máximas expectativas aunque luego nos enfrentemos incluso a una "no" respuesta. Siempre, el resultado, va a ser el que debía ser, y eso nos dará la oportunidad de hacer otras cosas.

Siempre, ocurra lo que ocurra, será lo mejor...

Os quiere, mamá

martes, 6 de diciembre de 2011

Hacer camino

Es difícil hablar de uno mismo como persona.
Pero mucho más difícil es hablar de uno mismo como padre o madre.

Hoy pensaba en las cosas que podría contar de mi para vosotros y es algo muy injusto, porque, ¿sabéis? yo podré tener mi visión de cómo os quiero, pero vosotros finalmente tendréis vuestras propias sensaciones de cómo os llega mi amor. 

Ahora, sois inmunes a las imperfecciones que tenemos los adultos, me doy cuenta en el momento en el que me miráis y admiráis como si yo fuera "una diosa". 

Tengo grabados cada uno de los momentos que hemos pasado juntos, y hay días que añoro acurrucarme junto a vuestras primeras risas: el tiempo pasa demasiado deprisa y quiero congelarlo por instantes. Habéis crecido tanto y lo hacéis tan rápido, que siento vértigo y me pregunto continuamente "¿estoy preparada?", pero nada ni nadie tiene esa respuesta, mis niños.

Vamos aprendiendo juntos, cada día, vosotros conmigo y yo con vosotros. Y cuando todo queda en calma, y hago un resumen del día, me es absolutamente necesario pensar qué cosas merecen y qué cosas no merecen la pena. Y mis niños, algo que he aprendido y me han enseñado, es que NADIE ES IMPRESCINDIBLE, ni siquiera yo, ni siquiera yo el día que no esté. 

Pero tengo un miedo atroz, a que tengáis ausencia de mi, del mismo modo en que tengo un miedo atroz de que os acostumbréis demasiado a estar sin mi y se os olvide hasta mi voz.

Yo creo que es una mentira como un piano quien diga que está preparado para las despedidas. Puedes llevarlo un poco mejor o un poco peor, pero en general, lo llevamos mal. Yo lo llevo mal, y en realidad, no sé si por ahora quiero llevarlo bien (más adelante os contaré sobre ello).

Elsa, creo que es como yo. Lleva muy mal las despedidas, sobretodo, cuando está bien con alguien y llega la hora de marcharse.
Se centra en sus libros, en sus cuentos, en sus historias, y en sus rincones, mientras guarda largos silencios y mira con los ojos tan abiertos, que parece mentira que los pueda cerrar alguna vez ni tan siquiera dormir.
Tiene una sonrisa contagiosa; pero cuando se enfada no razona, hay que darle tiempo y margen, sin embargo, enseguida da un paso adelante con la mirada transparente y la cabeza ladeada, pone morritos y de dice un "lo siento, amplio y sincero". Me encanta que esto suceda, esa humildad y ese corazón enorme que suena desde el otro lado del mundo.
Me gustaría evitarte parte de ese camino que sólo podrás hacer tú, aunque sólo puedo pedirle a la vida que me deje estar a tu lado para darte la mano cada vez que caigas.

Ramón, combina sensibilidad con una independencia y una habilidad social que le permite controlar la situación estratégicamente. 
Asume las despedidas como algo normal, y sabe que tras un adiós vendrá otra cosa, por eso, va caminando tranquilo y feliz.
Creo que no ha habido un sólo día de su vida, en sus tres años, que no haya sonreído, y desde que habla, no ha habido un sólo día en el que se le haya olvidado decir te quiero o dar un abrazo.

Os observo orgullosa, sobretodo cuando dormís.
Ya no me asomo a una cuna para contemplar vuestro sueño, pero sigo viendo un milagro en vosotros.

Cuando seáis adultos, comprobaréis que yo no fui un superhéroe, que ningún padre lo es. Que también lloramos, y también sufrimos, y también tenemos muchísimos miedos.

Mi miedo, es no poder leer un cuento a los pies de vuestra  cama, leer tres hojas de un libro de Julio Verne mientras me miráis atónitos sin entender nada, o, jugar a "¿qué hemos hecho hoy?", cantar una canción o leer un poema de  nuestros libros favoritos.

Tiemblo mientras me decido nuevamente a repetir y escribir cuánto os quiero.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Recuerdo cómo, cuándo y porqué comencé a escribir en este blog.
Me propuse hacerlo de forma frecuente para grabar lo mejor de vosotros a través de mi mirada, de mi amor. Era la mejor herencia para mis hijos...

Hoy, retomo mi escritura, después de meses sin las fuerzas suficientes, y sin las palabras adecuadas para explicar, el porqué de mis letras y cuál es la fuerza que me obliga a hacerlo. Ahora eso no importa, supongo que con el paso del tiempo, los años, iréis encajando piezas como si todo fuera un puzzle.

Nos acercamos a la media noche y dormís.
Yo aprovecho para ordenar mis ideas y resumir éste último año de vuestra vida.
Cuento los días que estuve a vuestro lado y miro hacia un futuro incierto.
Y me dispongo a entregar mi vida y mi letra para vosotros mientras pueda.

No he sido nunca demasiado valiente, hasta que llegasteis a mi vida.
Ahora, no tengo miedo, el único miedo de todo esto es que no salga bien o no poder estar lo suficiente a vuestro lado: eso me angustia mucho.

Veréis, la vida, dicen, que es puro azar. 
También dicen (y oiréis) eso de que siempre tenemos "una de cal y una de arena". Si me hicierais la pregunta de si es cierto, no sabría contestar con generalidades, pero sí sabría contestar por mi misma, diciendo que cuando parece que todo está fantásticamente bien, llueven ranas. Por eso, hay personas que cuando todo en su vida "es perfecto" se asustan esperando que se rompa algo por algún lugar...


Debo leer hasta dónde y hasta cuándo escribí, por allí y por acá, y cuando reorganice todas mis ideas seguiré tallando el corazón que un día latirá a través de vuestros ojos.